martes, 21 de agosto de 2007

Tony Wilson: el precio de la vida

Quién es Tony Wilson no importa de momento. Todo llegará, que la historia tiene dos dimensiones: una buena y una mala. Empezaré con la mala: Tony murió en Manchester el pasado día 10 aquejado de un cáncer de riñón.

Al ser diagnosticado hace unos meses, los médicos le aconsejaron seguir un tratamiento con Sutent, un medicamento de la multinacional Pfizer que en la fase experimental ha conseguido aumentar la esperanza de vida de muchos pacientes de cinco a once meses, aunque con un coste elevado: 3.500 libras mensuales -más de 5.000 euros. El sistema público de salud británico decidió no financiar este tratamiento para Tony, aunque sí lo hace con otros pacientes.

Aunque resulte increíble, aparte de ser una cuestión de economía, también lo es de geografía. A mitad de 2008 el sistema público del Reino Unido tomará una decisión definitiva, pero hasta entonces la financiación del Sutent depende de decisiones a nivel local. Y la decisión de los responsables sanitarios de Manchester ha sido negativa, aduciendo que "no existe evidencia demostrable" de los efectos del medicamento -aunque el director del hospital donde recibía tratamiento Tony cree que se trata del avance más notable de las últimas décadas para el cáncer de riñón. Así que en el mismo hospital oncológico conviven pacientes a los que se financia el Sutent y otros a los que no, dependiendo de si proceden de unas millas más acá o más allá.

¿Mala organización de la sanidad estatal? ¿Precios desorbitados de los medicamentos? En todo caso, malos tiempos para padecer cáncer de riñón -ninguno es bueno-, salvo que se tenga ganas de que los responsables del sistema sanitario jueguen con uno a la lotería. ¡Hagan juego, señores!

2 comentarios:

aljawarab dijo...

Hace mucho tiempo que los médicos juegan con nosotros a su antojo. La medicina no es, en absoluto, una ciencia exacta, y es fácil justificar decisiones que están más bien basadas en criterios económicos o de oportunidad que en la salud del paciente.

Hasta que el "trastorno depresivo bipolar" no estuvo bien delimitado y diagnosticado, es decir, hasta que no fue evidente que había un número relevante de casos como para gastar en ensayos clínicos y producir fármacos "ad hoc", esto no se ha hecho. Mientras tanto, a muchos nos han estado envenando con carbonato de litio, que es altamente tóxico, y cuyo mecanismo de acción preciso se desconoce.

El litio es un "estabilizador de la timia" (estado de ánimo). Pero no es el único. Hoy día se conocen numerosos sustitutivos procedentes del campo de la epilepsia, cuya eficacia es igual o mayor que la del litio. Puedo dar fe de ello. Pero hay que desempolvar el vademécum de vez en cuando, doctores, que la mano de cobrar la tienen bien ágil.

tentetieso dijo...

La penetración de intereses económicos en las decisiones sanitarias es cada vez más evidente, aunque siempre se esconda bajo criterios de riesgos desconocidos, falta de evidencias, efectos secundarios, etc.

A pesar de todo creo que en este país somos unos privilegiados por el sistema sanitario que tenemos, visto lo que sucede en Reino Unido, y no quiero ya comparar con la supuesta meca de la civilización, los Estados Unidos de América.

De todas formas esta historia tiene una segunda parte (la parte buena) que si me da tiempo contaré enseguida y que ayuda a mantener la esperanza enel ser humano (eso sí, en el ser humano de a pie, que se supone que ningún poder tiene; pero lo tiene, y mucho).

Saludos estabilizadores.