¿Y si Dios no ayuda a los pobres... a quién va a ayudar?
No sé que es peor, si la pobreza, la ignorancia o la inocencia. En Melo (Uruguay) se juntaban las tres en dosis generosas cuando el Papa anunció su visita a la localidad en mayo de 1988. Y las gentes del lugar sintieron que aquella era la oportunidad para darle un vuelco a su vida, cual lechera ebria de sueños -la pobreza, la ignorancia y la inocencia se potencian a la hora de fabricar ilusiones.
Pero los sueños... sueños son. Ya lo dijo Segismundo. El Papa llegó, habló y -como un Mister Marshall a la uruguaya- se marchó. Entonces, los cántaros de los vecinos de Melo se rompieron en pedazos. Alguno aún espera que el Papa vuelva. La pobreza, la ignorancia y la inocencia son lo último que se pierde.
Llorad, llorad, valientes. Un texto de Irene Vallejo.
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*El duelo hay que edificarlo sin prisa, con ritmos arquitectónicos*. Más y
más, mes a mes. No es una enfermedad de la que curarse lo antes posible,
sino ...
Hace 3 semanas
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