miércoles, 13 de febrero de 2008

arte provocador (cinco siglos después)

Una de las misiones del arte debería ser siempre provocar. Abrir nuevas perspectivas. Desconcertar al espectador. Descolocarlo y volverlo a colocar en un lugar que ya no volverá a ser el mismo.

Lo que resulta sorprendente es que el desconcierto venga ahora de un artista de hace cinco siglos. No porque un artista del Renacimiento no pueda tener hoy ya un lugar. Al revés, el arte no tiene por qué aparecer atado a un tiempo ni a un espacio. La sensibilidad artística de uno de nuestros contemporáneos no tiene por qué ser mayor que la de un habitante del medievo. Por fortuna, la cultura está más extendida entre la gente y la técnica ha proporcionado nuevos soportes y nuevos métodos de creación, pero el pálpito interior que genera el contacto con la belleza seguramente es el mismo. En este sentido, una pintura renacentista puede resultar tanto o más conmovedora que una contemporánea -eso ya depende de gustos particulares.

Ahora bien, que todo el tiempo transcurrido no haya servido para superar según que prejuicios no habla muy bien de esta sociedad nuestra. Viene todo esto a cuento de un cuadro pintado por
Lucas Cranach el Viejo hace quinientos años y que la Royal Academy of Arts de Londres escogió para anunciar la exposición del artista que inaugurará en unas semanas.


Que la mujer aparezca desnuda -el velo que sostiene entre las manos es transparente y hace aún más evidente esa desnudez- parece que puede herir la sensibilidad de los pasajeros del metro de Londres, así que los responsables de la empresa han impedido que el cartel de la exposición se cuelgue en los espacios publicitarios de las estaciones.

No es la Inglaterra del siglo XVI, ni es el Irán actual. Es el mismísimo Londres, que pasa por ser una de las capitales más cosmopolitas en este ya avanzado tercer milenio, el que está afectado por este brote de trasnochado puritanismo. ¿Estamos yendo hacia atrás?

(Y no es la primera experiencia de censura por parte del metro londinense. Hace seis años la National Portrait Gallery tuvo que cambiar el cartel original de una exposición de sir Peter Lely en el que aparecía un retrato de la condesa de Oxford con un pecho al descubierto por otro retrato de la duquesa de Richmond con indumentaria más decorosa. Y también hubo que cambiar la portada promocional del libro "Experience" de Martin Amis porque el autor aparecía de niño con un cigarrillo en la boca)

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