Inventarse el camino.
Compartir el asiento.
Elegir la parada.
Todo un lujo. Tan al alcance de la mano que se nos escurre entre los dedos.
-Perdona... estás sentado en mi asiento.
-No, mira, mira el número. Es mi asiento.
-Ehhh... ¿Adónde vas?
-Por allí.
-¿Y tú?
-Por allí también.
-Ehhh... ¿Ese es tu asiento?
-No. Tengo el mismo que tú... Creo que se han equivocado.
-¡Ah! Llegamos a la estación.
-Yo sigo.
-Yo me bajo aquí.
----------
L'homme du train. Michael Kuntz, 2009.
----------
¡No desperdicies el milagro de estar vivo!
-
*Nadie nos avisa cuándo será la última vez. *
*No hay campana que suene, ni voz que advierta: "Esta es la última sonrisa
que verás de él." Simplemente p...
Hace 2 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario