domingo, 28 de octubre de 2007

hojarasca

El otoño marca el final de un ciclo en la naturaleza. En la viña, los pámpanos que fueron verdes y tiernos durante el verano se van secando. Octubre es, también aquí, el mes del color.


Los rojos, los dorados y los marrones contrastan con los últimos verdes y estimulan la mirada del paseante. Dentro de poco las hojas caerán y las cepas quedarán desnudas y exhaustas.


Antes, las vides agotan las escasas reservas que quedan en un último estallido de energía que preludia el sueño invernal. Es el movimiento final, contenido, de una sonata que era vibrante unas semanas atrás. El último grito al cielo antes de que se instale un largo silencio.


¿No deberíamos tener también los humanos derecho a un largo descanso ahora que las energías escasean? En lugar de engancharnos a los complementos vitamínicos, ¿no sería mejor un permiso de unas semanas -unos meses- para abandonar el mundanal ruido? Una fiesta de despedida, vestidos de gala, y a descansar hasta que el clima sea más amable. De paso, nos ahorraríamos unas navidades que ya asoman la punta de la nariz.

3 comentarios:

RMS dijo...

Quizás el largo descanso es la muerte. La naturaleza para pero para regenerarse y renacer. ¿Y nosotros?.
Un abrazo y beso desde los caldeados calores del otro lado del 'gran charco'. Yo a flor de piel. =D
Saludos.!

Anónimo dijo...

Con la hojarasca, se muestra el pueblo desnudo sin pudor, se muestran los rojizos, los violetas tenues….
Mi paso se acentúa sobre la tierra rojiza del camino dejando atrás los verdes de los robles y pinares..

Te invita a estirarte en la gloria, sentir el calor desde los pies hasta los hombros, estirada sobre el suelo, escuchando la caída de la hoja para después pasear sobre ella.

No he visto “ 53 días de invierno” pero leo
si te das por vencido en invierno
te habrás perdido la primavera,
el verano y el otoño.

Un fuerte rojizo otoñal abrazo

tentetieso dijo...

Ese era mi plan, rammses, un largo respiro para retomar fuerzas (la muerte, que se conozca, no admite renacimiento). Hay momentos en que a uno se le han agotado las pilas y necesita tiempo para recargarlas -hoy parece que andan mejor que estos días pasados. No se trata de darse por vencido, gayugar, sino de una tregua temporal con la vida hasta que el mundo se vuelva más acogedor.

Claro que algunos viven en una primavera perpetua -¡qué envidia!- y encima con los sentimientos a flor de piel -¡más envidia todavía! Mientras tanto, me complace la idea de hacer crujir las hojas secas bajo los pies.

Abrazos energéticos.