viernes, 5 de octubre de 2007

familiares y amigos

Dicen que la familia es la célula básica de esta sociedad. En la familia, se supone, encontraremos el apoyo cuando lo necesitemos; también, en contrapartida, acudiremos en ayuda de cualquier otro miembro que lo requiera. La red familiar es el principal ámbito de celebración y la primera vía de solución de problemas. La familia proporciona seguridad y cobijo. No parece mal invento, salvo por un detalle: la familia se nos impone.

La mayor parte de los vínculos familiares son hereditarios. Como las monarquías, van pasando de padres a hijos. Ni elegimos madre y padre, ni hermanos, ni tíos o abuelas. Sí elegimos a la pareja pero en cuanto se legaliza la situación la familia absorbe al nuevo miembro y resulta que no te casas con una persona, sino con toda su familia.

A las amistades sí se las elige. Sin embargo, tradicionalmente han ocupado un lugar inferior en el escalafón. Primero la familia, luego los amigos, por este orden. Primero los vínculos de sangre, que se supone que son los fuertes, los seguros, los indisolubles; luego, los vínculos de amistad, que se suponen más frágiles y volubles.

Massimo está felizmente casado con Antonia y en principio no pide más a la vida. Pero, igual que la Alicia de Carrol, un día da por azar un salto al otro lado del espejo y descubre una realidad alternativa: una comunidad de personajes entre los que los únicos lazos son afectivos, y que permanecen unidos a pesar de (o quizá precisamente por) las diferencias de edad, clase social, procedencia u orientación sexual. Allí descubre el amor hacia otro hombre, la amistad de emigrantes desplazados, la compañía de enfermos de VIH y mujeres -como diría Almodóvar- desesperadas. Nada que ver con su apacible vida anterior, aunque es capaz de compaginar las dos durante años.

Cuando Massimo muere, Antonia descubre este otro lado del espejo. Al principio se asusta de su ignorancia acerca de los pasos de su marido. Enseguida se dará cuenta de que todavía le falta por conocer también acerca de sí misma.



El hada ignorante. Ferzan Ozpetek (2000)


2 comentarios:

RMS dijo...

Me dio fuerte la cosa he!... pero como la vida misma.
Un abrazo.

tentetieso dijo...

¡Qué útiles son algunas películas para revelar esas grandes verdades que en el fondo todos conocemos pero que no acabamos de reconocer como tales! Aclararse en cuestiones de este tipo -de orden práctico, podría decirse- ahorra muchas rompduras de cabeza.

Abrazos de vuelta.