La última vez que acudí al hospital a que me sacaran sangre, la enfermera me regaló un chupachús. Un simpático Pom-Pito. Aún lo guardo. Cualquier cosa serviría para aliviar un momento ya de por sí desagradable, y más para alguien que odia los pinchazos. Pero el chupachús (y la sonrisa que iba detrás) fue más de lo que podía esperar.
Para que luego digan que no hay gente encantadora por el mundo.
Por eso hoy mi lazo rojo del Día Mundial contra el SIDA tiene forma de chupachús. En recuerdo de aquella enfermera y de toda la gente que, como ella, hace que el paso por los servicios de salud (y por el mundo en general) sea algo más dulce.
¡No desperdicies el milagro de estar vivo!
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*Nadie nos avisa cuándo será la última vez. *
*No hay campana que suene, ni voz que advierta: "Esta es la última sonrisa
que verás de él." Simplemente p...
Hace 2 meses
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