martes, 7 de octubre de 2008

trabajo decente

A estas alturas de la película, y con la que está cayendo, las inconsistencias del mensaje liberal (oséase, de confianza ciega en los mercados) son más que evidentes. Y no digamos nada de las recetas que se pretenden aplicar al mercado de trabajo.

Hoy se celebra la Jornada Mundial por un Trabajo Decente, convocada por la Confederación Sindical Internacional (CSI). Muchas son las mejoras que cada uno podría reivindicar para poder calificar sus relaciones laborales de decentes, pero la iniciativa se centra sobre todo en protestar contra el pretendido estirón de la jornada laboral hasta 65 horas semanales que se votará en diciembre en el Parlamento Europeo.


Tiene bemoles que de repente se invierta la lenta pero continua reducción de la duración de la jornada de trabajo a lo largo del siglo XX que tantos esfuerzos ha venido costando. Cruzamos el umbral del XXI y el mundo parece volverse del revés. Habrá que volver a mirar atrás, allá por el XIX, a los primeros momentos de la llamada revolución industrial, para saber a dónde iremos (mejor dicho, volveremos) a parar.


Pero aún resulta más escandaloso en un país donde tanto está costando reducir el problema del desempleo. Resulta que hay mucha gente parada, un importante problema para el país tanto en términos de eficiencia como de bienestar social. Pues no parece suficiente. Ahora hay que conseguir que los que están ocupados trabajen aún más horas. O crece mucho la demanda, o pronto empezarán a sobrar empleados. Extraña manera de favorecer la creación de empleo.

¿Y para qué esta extensión de la jornada laboral? Para lo de siempre. Para conseguir que la redistribución de la riqueza siga yendo en la misma dirección. Gente trabajando más horas, sí; pero nada se ha dicho de que el salario se estire en la misma proporción. Mejor dicho, nada he oído de que el salario se estire (ni mucho ni poco). Corolario: trabajo más barato. Y encima más parados ofreciéndose en subasta en condiciones cada vez peores.

¿Paradojas de la economía de mercado? Más bien no. Ya hace décadas que los que dirigen el cotarro sugieren que el estado del bienestar ha llegado demasiado lejos en la extensión de unas condiciones de vida medianamente decentes para la mayoría de la población. Habrá que resistirse a dar vuelta atrás.

Viñetas de Forges y El Roto.

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