lunes, 6 de octubre de 2008

Ella, elle l'a

Kate Ryan la canta últimamente a todas horas en todas las emisoras, viene siendo número uno en las principales radiofórmulas y supongo que vende discos como churros. Pero la versión (la original) que me acompañaba en los paseos vespertinos bañados del tibio sol del otoño pasado la cantaba France Gall. Una diva de la canción francesa (ganadora de algún festival de Eurovisión) que despliega ese tono dulzón, infantil y ligero que tanto necesito a veces.

La canción la había escrito su marido y también cantante Michel Berger y pretendía ser un homenaje a Ella. A Ella Fitzgerald, por supuesto. France Gall la estrenaba en 1987. Hace sólo veinte años pero, como con tantas cantantes francesas, tengo la sensación de que fuera de otra época. Más lejana, más sosegada. Fuente de nostalgia.



Nada que ver con la versión acelerada de Kate Ryan. Mucho menos en esta versión aún más relajada, más intimista, más encantadora grabada en directo para un programa de televisión.



Elle a ce tout petit supplément d’âme
Cet indéfinissable charme
Cette petite flamme

Tape sur des tonneaux
Sur des pianos
Sur tout ce que dieu peut te mettre entre les mains
Montre ton rire ou ton chagrin
Mais que tu n’aies rien, que tu sois roi
Que tu cherches encore les pouvoirs qui dorment en toi
Tu vois ça ne s’achète pas
Quand tu l’as tu l’as

Ella, elle l’a

Ce je n’sais quoi
Que d’autres n’ont pas
Qui nous met dans un drôle d’état
Ella, elle l’a…


Así de simple: se tiene... o no se tiene.

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