Estamos en diciembre, el mes de la lotería. Un guiño al azar con el que alimentamos la esperanza de ser los elegidos entre millones de otros como nosotros, de ser señalados desde las alturas por el dedo dorado de la diosa fortuna.
La infección por el VIH es, hasta cierto punto, una lotería. Basta con comprar algún décimo, más o menos conscientemente, para tener alguna oportunidad de premio. A veces ni siquiera hace falta comprar el boleto: naces con él, como en el vídeo de abajo. Kenia, diciembre de 2007. Niños que nacen con el VIH porque no ha habido conocimiento por parte de sus madres ni medios para diagnosticarlo.
En muchos países, tener acceso al tratamiento es también una lotería. Depende de los recursos propios del gobierno y de las donaciones de organismos internacionales, siempre insuficientes. A algunos les toca y a la mayoría no. Guatemala, junio de 1999. Un sorteo y cuatro ganadores. Cuatro elegidos infectados por VIH que iban a recibir tratamiento durante un año. Los únicos cuatro enfermos para los que se disponía de tratamiento en aquel momento. Y sólo por un año. Hoy en día, en muchos lugares del mundo, las cosas siguen siendo parecidas.
Y es que vivir en uno u otro país también es, en buena medida, cosa del azar. No se elige el lugar de nacimiento y, visto lo visto, si no te gusta el que te ha tocado cada vez es más difícil moverse a otras tierras más favorables -o, al menos, supuestamente más favorables.
Por no hablar del tiempo. Hace nada tener un boleto del VIH significaba en unos pocos años la muerte asociada al SIDA. Hoy en día ya no hay premios gordos como aquellos -al menos en el primer mundo ya no se muere de SIDA. "Simplemente" se reparten algunas pedreas: controles médicos, prácticas preventivas, eventuales medicaciones, efectos secundarios (y también miedos, autolimitaciones, discriminación y rechazo).
Loterías que se acumulan las unas sobre las otras. Si juegas, el tiempo y el lugar importan en el premio final. Y mucho. Pero sobre estas dos dimensiones no tenemos elección. Ese es, ese ha sido, y ese seguirá siendo, uno de los grandes dramas del virus.
La vida es cuando llamas
-
Hubo un tiempo en que nos quisimos mucho. Pero éramos muy jóvenes y la vida
nos separó. Tuve que irme lejos y no pudiste seguirme, eran otros tiempos.
H...
Hace 4 días
2 comentarios:
importantísimos posts los que te has marcado.
debemos seguir insistiendo en ello, aún queda mucho camino por recorrer.
una putada.
un abrazo.
Una buena forma de llamar la atención sobre un problema y una tragedia en muchas partes del mundo.
Publicar un comentario