lunes, 21 de abril de 2008

poliedro


Los cuerpos pesan. La realidad también. La fuerza de la gravedad es la justificación científica del inmovilismo. Desplazarse obliga a hacerle frente, y eso cuesta. Cuesta trabajo. Y cuando no se tienen energías, se claudica.

Calma chicha. Aire pesado -también el aire pesa.

"...todo ser humano, la personalidad de cada uno, es como un cubo puesto sobre una mesa. Hay una cara que podemos ver todos (la de encima); caras que pueden ver algunos y otros no, y si nos esforzamos podemos verlas también nosotros mismos (las de los lados); una cara que solo vemos nosotros (la que está al frente de nuestros ojos); otra cara que sólo ven los demás (la que está frente a ellos); y una cara oculta a todo el mundo, a los demás y a nosotros mismos (la cara en la que el cubo está apoyado)."

Un día un golpe de viento revuelve la realidad, pone los cubos patas arriba y descubre las caras que estaban en la sombra. Y ya no es que se descubran las caras ocultas a los demás. Es que uno mismo se re-descubre. Las miradas al mundo, hacia afuera, están encajonadas en inevitables anteojeras, pero también las miradas hacia dentro; seguramente aún más las últimas: no hay idea más distorsionada que la de uno mismo. El soplo de viento -el tifón, quizá- lo vapulea a uno y cuando se recobra la calma nada es igual. La realidad no pesa tanto, pero también uno es más liviano (¿y si no por qué va caminando unos centímetros por encima del suelo?). El mundo se mueve.

Por un momento, la iluminación de las nuevas caras del poliedro despierta el temor por lo desconocido. Pero es sólo un momento: la desazón se esfuma al instante al reconocer en esas caras las mismas que ya recibieron la luz en otro momento, aunque la memoria fue rápida en arrojarlas al cajón del olvido.

(cita de Héctor Abad Faciolince, en El olvido que seremos, uno de los libros que tengo a medias, y que ya recogió Merlín Púrpura hace unos meses)

1 comentario:

RMS dijo...

Interesante punto de vista. No sólo son caras ocultas que pueden transmitir temor por lo desconocido sino que le da su toque de misterio que resulta hasta cierto punto atrayendo.
Un reto, tener las caras limpias, sin mácula. Pero imposible guarda una cara para nosotros que cuando viene ese golpe de viento nos deja totalmente al desnudo, vulnerables.

Este fin de semana leí en un diario un reportaje sobre Zaragoza y te recordé.

Un abrazo.