lunes, 26 de noviembre de 2007

reivindicación del ocaso

Costó vidas y sufrimientos admitir hace unos siglos que este planeta nuestro no es el centro del universo, sino que se mueve alrededor del sol, que a su vez también se mueve en la galaxia, que no es más que una pieza más en el inmenso engranaje del espacio.

Pero seguimos pensando que el sol sale al amanecer y se nos esconde a media tarde, cediendo el paso a una luna que vuelve a darnos la cara y se retirará unas horas después. Son esas visitas las que nos marcan el ciclo del día y la noche. Sol y luna insisten incansables en saludarnos periódicamente mientras nosotros pareciera que permanecemos inmóviles sentados en el confortable trono de este planeta.


Hace pocos días unas fotos de la sonda japonesa Kaguya desde la luna me obligaban a cambiar la perspectiva. Mejor dicho, a recuperar la perspectiva. En ellas es la Tierra la que se pone, la que desaparece durante unas horas en la que el mundo, este mundo nuestro, deja de existir. La Tierra también se pone.

Igual que esta Tierra, igual que La Luna, ejerzo mi derecho a esconderme de vez en cuando. Tantos y tan enrevesados ciclos (vitales, espaciales...) entrelazados y superpuestos hacen necesario de vez en cuando un poco de silencio, un ratito de sombra.

(foto tomada de Público, 15/11/07)

1 comentario:

RMS dijo...

Increíble todo esto, vi la foto hace un tiempo en otro blog pero era tratado como una cosa friolera que la hacía tan ligera y miserable. Hoy es diferente, el tratamiento que le das es acertado. Al menos para mi.
El poder del universo, lo que cuesta entender y convivir con eso.
¡Un abrazo!