"Mi queridísima Therese. Es absurdo creer que el dolor
constante que nos aflige se debe sólo a la casualidad. El
sufrimiento no es la excepción. Es la regla. ¿A quién
puedo culpar de nuestra existencia? No al accidente del
sol, que nos da vida. Yo me acuso a mí mismo puesto que
no creo en Dios, ni creo que haya otra vida. Me gustaría
engañarme pensando que habrá un postre celestial tras un
indigesto plato principal.
Nunca he podido aceptar la equivocación común de
pensar que todo será mejor algún día. Nada será mejor.
Como mucho será diferente.
Ya no quiero pensar. Sobre todo, no quiero pensar”.
Antonia. Marleen Gorris, 1995.
La vida es cuando llamas
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Hubo un tiempo en que nos quisimos mucho. Pero éramos muy jóvenes y la vida
nos separó. Tuve que irme lejos y no pudiste seguirme, eran otros tiempos.
H...
Hace 4 días
4 comentarios:
Lo que sí que es cierto es que seguro será diferente.
Este post me ha dejado un poco ploff....qué debemos hacer? no pensar? pero qué dificil no pensar....no sé....estoy tontorrón, como la vida.
Jorge Luis Borges escribió al respecto:
"El reflejo de tu cara ya es otro en el espejo
y el día es un dudoso laberinto. Somos los que se van. La numerosa nube que se deshace en el poniente es nuestra imagen. Incesantemente la rosa se convierte en otra rosa. Eres nube, eres mar, eres olvido. Eres también aquello que has perdido".
Transcribí el monólogo/carta casi en tiempo real. Fue oirlo y necesitar apropiármelo. 38 grados: ¿qué hay que hacer? no tengo respuesta, no he hecho todavía la digestión -soy lento de digestiones.
De momento me quedo con la idea (recurrente últimamente) de que la felicidad sólo es posible a ratos y en cantidades variables -a sorbos, o a chupitos, dirían algunos. Ratos que están rodeados de otros ratos de infelicidad, que precisamente dan potencia a los primeros. Si los momentos felices son puntos blancos y los momentos de sufrimiento son negros, basta con mirar las cosas con cierta distancia para verlo todo gris. Sin embargo, ¡qué empeño en querer verlo todo blanco!, ¡cuántas energías consumidas en forma de frustración porque el color no consigue aclararse!
¿La solución? Confiar en que lo que hoy es gris mañana puede ser de un blanco homogéneo y deslumbrante. Llamémosle fe. Dedos Torcidos, querido merlin, está carente de fe, y eso le lleva a abandonar la vida. ¿Será la fe el antídoto que elabora el cerebro para defenderse de las indigestiones de la vida? ¿Será que cuando la fe se agota es que la dolorosa vida ha ganado la batalla?
Otra empeño fatuo es la pretendida linealidad de la vida. Pasado, presente y futuro se sucederían en implacable lógica y cada momento quedaría explicado por los anteriores y a su vez cimentaría los futuros. Si somos nubes, si somos mar, nada hay antes o después, nada explica nada -o casi nada. Todo es azaroso -o casi todo.
Pensar es entonces la forma de hacer pretendidamente operativa nuestra obsesión determinista por explicar lo inexplicable. De lo que se derivaría la posibilidad de construir un mañana mejor si se consiguiera reunir hoy las condiciones adecuadas. La ausencia de fe destruye la ilusión de este control sobre la vida. Entonces pensar se convierte en una fuente de frustración.
Volví a ver esta película hace poco en la2 y me gustó más que en el momento de su estreno... ¿Me estaré haciendo viejo?, me pregunté, ¿O es que Antonia lleva muy bien la edad?
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