sábado, 20 de noviembre de 2010

jugador sin fe


Mañana sabatina tardana. La ciudad, tranquila. El camino, solitario. Un agujero de otoño brillante en medio del invierno gris. El sol en la cara. La tierra mojada. El aire limpio, muy limpio.

En los oídos, la Orquesta Mondragón. Grandes éxitos entre los que se me ha colado un descubrimiento. Es mi vida. ¡Ay, qué gran canción! Qué gusto descubrir por azar el tesoro enterrado -y también algo de la vergüenza que produce la ignorancia.

ES MI VIDA
Orquesta Mondragón

No me puedo detener,
están tocando mi canción.
Deja de llorar, ya ves,
me desgarras, corazón.
Tu no puedes despertar
en mí el amor.
Yo soy solo un perdedor.
Es mejor dejarlo así.
Sé feliz. Adiós.

Soy un jugador sin fe,
la vida me enseñó a rodar.
Tengo que decirte adiós,
los dados vuelven a girar.
No me queda tiempo para amarte,
debes controlarte.
Es mejor para los dos.
Sin rencor. Adiós.
Es mi vida.

Es la vida de un jugador,
no hay espacio para el amor.
Todo puede cambiar de color.
No quiero hacerte daño,
nena, piénsatelo.

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