jueves, 21 de enero de 2010

borrajas



Llámeseme descreído. No acabo de entender que, en mi ausencia, me hayan visitado un Papanoel o unos Reyesmagos tardíos (o simplemente un ángel) que han dejado sus ofrendas en la cocina. Y eso que no tiene chimenea.

A estas alturas de mi vida solitaria ya no cuento con llegar a casa al mediodía y encontrarme con unas borrajas recién hechas. Pero allí estaban.

Me han sabido a gloria. Porque estaban muy ricas. Porque hace tiempo que no las probaba. Y, sobre todo, porque estaban envueltas en cariño y adornadas con el lazo brillante de la sorpresa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes que junto al mar tendrás siempre una sorpresa preparada :)

Merlín Púrpura dijo...

Y además, ¡te lo mereces! Que siempre has hecho eso y mucho màs por otr@s.

Besos mágicos y púrpuras

josacris51 dijo...

Eso pasa por ir por la vida conociendo rarit@s de otros mundos que te quieren mucho y gracias a vos a veces comen.