domingo, 28 de febrero de 2010

parella estable

Para un domingo de primavera adelantada, una canción deliciosa que podría ser incluso empalagosa, de no ser por esa sombra de delicada amargura que se esconde entre líneas... como el amaretto entre las capas de bizcocho del tiramisú.



Manel: "Corrandes de la parella estable"

Ens vam conèixer un dimecres fent cua al Cine Arcadín.
I ens ha costat Déu i ajuda arribar fins aquí.
Li vaig oferir un caramelo un vespre de Sant Medir.
I ens ha costat...
Una amiga molt amiga venia massa sovint.
I ens ha costat...
Vols venir, vaig preguntar-li, a conèixer els meus padrins?
Ens ha costat...
I ara ella porta els nens al cole i jo faig els plats de la nit.
Ens ha costat....
Jo alimento els periquitos, ella rega el jardí.
I ens ha costat...
Jo sempre compro mantxego malgrat ella és més de brie.
I ens ha costat...
Jo sóc un fan de l'Astèrix i ella té tots els Tintins.
Ens ha costat...
Prefereixo que no parli del seu nòvio de París,
que ens ha costat...
Jo sóc de ballar la konga ella és decanta més pel twist.
Ens ha costat...
Jo dic ets un ron amb cola; ella vol carta de vins.
I ens ha costat...
Ella admira en Kiarostami; jo sóc més de Jaques Tati.
Ens ha costat...
Jo ja sé dues o tres coses; ella ja en sap quatre o cinc.
I ens ha costat...
Ella no deixa que em rasqui quan em piquen els mosquits.
Ens ha costat...
Ella és reina de les festes; jo sóc un home avorrit.
I ens ha costat....
Jo la miro i m'espanto no fos que es cansés de mi.
Ens ha costat....


Nos conocimos un miércoles haciendo cola en el Cine Aracadín.
Y nos ha costado Dios y ayuda llegar hasta aquí.
Le ofrecí un caramelo una tarde de San Medir.
Y nos ha costado...
Una amiga muy amiga venía demasiado a menudo.
Y nos ha costado...
¿Quieres venir, le pregunté, a conocer a mis padrinos?
Y nos ha costado...
Y ahora ella lleva a los chicos al cole y yo hago la cena.
Nos ha costado...
Yo alimento a los periquitos, ella riega el jardín.
Y nos ha costado...
Yo siempre compro manchego a pesar de que ella es más de brie.
Y nos ha costado...
Yo soy un fan de Astérix y ella tiene todos los Tintines.
Y nos ha costado...
Prefiero que no hable de su novio de París,
que nos ha costado...
Yo soy de bailar la conga; ella se decanta más por el twist.
Nos ha costado...
Yo digo que eres un ron con cola; ella pide carta de vinos.
Y nos ha costado...
Ella admira a Kiarostami; yo soy más de Jacques Tati.
Nos ha costado...
Yo ya sé dos o tres cosas; ella ya sabe cuatro o cinco.
Y nos ha costado...
Ella no deja que me rasque cuando me pican los mosquitos.
Nos ha costado...
Ella es reina de las fiestas; yo soy un hombre aburrido.
Y nos ha costado...
Yo la miro y me asusto de que pueda cansarse de mí.
Nos ha costado...

miércoles, 24 de febrero de 2010

la primera vez


"Lo único bueno que tiene el alzheimer es que puedes ver quinientas veces Cantando bajo la lluvia como si fuera la primera vez".

(Antonio e Ignacio Mercero en la gala de entrega de los premios Goya 2010, en que se homenajeó a su padre, Antonio Mercero, con el Goya de Honor)


Resulta sugerente la posibilidad de disfrutar una y otra vez de aquello que más nos llena, con la inocencia y la emoción de la primera vez. Por supuesto, con plena consciencia de que ya se ha disfrutado de la misma manera en ocasiones anteriores y se podrá repetir en las que vendrán después. Y, sin embargo, re-viviendo sin descuentos esa primera vez única. A sabiendas de que ni es primera ni es única, pero sí lo es, porque la repetición y la costumbre no pueden minar la intensidad.

Otra plegaria no atendida. Sólo podemos imaginarnos ese resquicio de generosidad del alzheimer los que no lo experimentamos. Paradójicamente, el que presuntamente lo puede disfrutar no es consciente de tal cosa porque el recuerdo de las veces anteriores le ha sido robado. Hasta en esto es mezquina la enfermedad mental.

domingo, 21 de febrero de 2010

neuras


Empiezas por sentir una ligera molestia en el hombro izquierdo. Quizá un mal gesto, un golpe... Algo fortuito que ahora hace protagonista a esa parte de tu cuerpo que normalmente no sientes. Y piensas que es cosa de unos días.

Pero no, pasa una semana y ahí sigue. No solo sigue ahí, sino que parece que se va extendiendo. Por un lado hacia el brazo, la parte interna del brazo. Por otro, hacia el pecho por algún conducto interno que no identificas (y que tampoco sabías que estaba allí). A veces es un dolor sordo, a veces unos leves pinchazos.

De repente caes en la cuenta de que por ahí habita el corazón. Y su andar rítmico empieza a hacerse presente como nunca. Sientes su volumen rotundo. Sientes sus paredes fibrosas. Sientes el bombeo imparable de la sangre. Y detectas alarmado que en alguna parte del mecanismo hay un cable suelto. Algo no funciona como debería. El dolor se concentra ahora en el corazón y comienzas a ponerle nombres: angina de pecho, infarto de miocardio... Palabras cuyo significado conoces solo ligeramente pero que sabes perfectamente ligados al corazón... y a la muerte.

Tratas de calmarte pensando que, a pesar del paso de los días, sigues vivo. Así que no puede ser para tanto. Pero los antecedentes familiares directos, los valores del colesterol en algún análisis reciente y las pesquisas insistentes en Google te resultan razones poderosas para alimentar la alarma. Y ahí te tienes, dividido, con la cabeza tratando de poner calma en la casa mientras las tripas andan ansiosas alborotándolo todo. Quieres pensar que, en estos casos, la cabeza acaba imponiendo su cordura sobre la aceleración paranoica de las tripas. Es lo que te gustaría. Pero no. Hay ratos que consigues encerrar la ansiedad en algún oscuro armario, sí. Pero es peor, porque cuando logra liberarse lo hace con energías multiplicadas.

Por fin, en un ataque de ansiedad, decides que te acercas a urgencias. Aunque -ironías de estos trances confusos- hasta en este punto la cabeza consigue imponer sus condiciones. Te vas a urgencias, pero será dentro de unas horas, porque antes tienes obligaciones que atender. Pues vale, así será. Luego te dirán que vaya forma de gestionar un asunto que pensabas urgente. Pero es que la cabeza tiene razones que las tripas no entienden. ¿O es al revés?

En fin, un electrocardiograma y todo solucionado. No te hacen falta los resultados: los dolores comienzan a aliviarse en el momento en que sientes las ventosas frías besando tu piel. Después vendrán unas horas de euforia y luego algunas más de agotamiento. Son el precio que habrás de pagar por tanta ansiedad acumulada.

Bienvenido al club de los hipocondríacos. Y al de los neuróticos. Por si lo dudabas, y a pesar de tu resistencia, tienes sus puertas abiertas de par en par.

lunes, 1 de febrero de 2010

mil calorías

Tiempo de dietas.
Cuaresma anticipada.

Algunas ya llevan unos días de contención.
Otros comienzan ahora.
A falta de caprichos -y no tan caprichos-,
aquí van unas cucharadas de humor.



Martirio: "Las mil calorías"

Yo empiezo el día
con las mil calorías.
Mira, yo empiezo el día
con las mil calorías.

Y a eso de media mañana
pues me entra una flojera, D. Manuel
que me tengo que sentar.

Y me voy pa' la nevera, ¡ay que apuro!
Lo que haya me lo como seguro.
Y me dan unos ardores
y me entran unas calores, D. Manuel,
que me tengo que acostar.

Y yo quisiera
-como lo pienso lo digo, te lo juro-
lo que yo quisiera
es volverme invisible, D. Manuel,
y que nadie me viera.

...