martes, 27 de julio de 2010

¿dolce? vita

Claro que hay una dolce vita en la noche romana, en el trajín de las terrazas nocturnas, en la frivolidad de las fiestas y hasta en el sonido del agua de una Fontana di Trevi tan fastuosa como solitaria. Pero todo eso no es más que una apariencia tras la que se esconde el infierno.

- (Marcello) Invítame más a menudo a tu casa.

- (Steiner) Ya te he dicho que vengas cuando quieras. ¿Qué te pasa, Marcello?

- Debería cambiar de ambiente. Debería cambiar tantas cosas... tu casa es como un verdadero refugio, ¿sabes? Con tus hijos, tu mujer, tus libros, tus extraordinarios amigos... Estoy perdiendo el tiempo. No voy a conseguir nada. Hace tiempo tenía ambiciones, pero quizás lo estoy dejando escapar todo.

- No creas que la salvación se encuentra encerrándose en casa. No hagas como yo, Marcello. Soy demasiado serio como para ser un aficionado, pero no tanto como para ser un profesional. Es mejor la más miserable de las vidas que la existencia protegida de una sociedad organizada donde todo está previsto y todo es perfecto. [...]



- A veces, por la noche, esta oscuridad y este silencio me oprimen. La paz es lo que mas miedo me da. Le temo más que ninguna otra cosa. Pienso que es solo una apariencia tras la que se esconde el infierno. Pienso en lo que verán mis hijos mañana. El mundo será maravilloso, dicen. Pero, ¿desde qué punto de vista? Si basta una llamada de teléfono para anunciar el final de todo. Deberíamos vivir fuera de las pasiones y los sentimientos, en la armonía de la obra de arte completa, en ese orden encantado. Deberíamos amarnos tanto como para vivir fuera del tiempo, distantes. Distantes...

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La dolce vita. Federico Fellini, 1960.
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