A estas horas -la pantalla marca las 21:18 junto al número del vagón y la estación de destino- la gente está calmada, el paisaje relajado y en los auriculares que me acaban de repartir dejo sonar música clásica. El conjunto hace el cuerpo ligero y el alma efervescente. Pero no como una gaseosa, sino como el suave jugueteo, sutil masaje mental, de un vino de aguja bien frío. Dulce, ligero, evanescente. Flotando en una cómoda brisa de verano.
Supongo que algo así es lo que se consigue metiéndose un chute o tomándose unas de esas pastillas de colores y formas caprichosas que florecen por las noches.
No sé si habrá resaca. Sí sé que no quiero bajarme de este tren.
No quiero apearme de este viaje. Los andenes me resultan últimamente demasiado tumultuosos.
La vida es cuando llamas
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Hubo un tiempo en que nos quisimos mucho. Pero éramos muy jóvenes y la vida
nos separó. Tuve que irme lejos y no pudiste seguirme, eran otros tiempos.
H...
Hace 4 meses
1 comentario:
¡Cómo me alegra saberte y sentirte así, enamorado y optimista!
¡No te bajes del tren!Déjate llevar en este viaje que te resulta tan vital.
Abrazos mágicos y púrpuras.
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