martes, 18 de marzo de 2008

huérfano

"Yo quería a papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. La idea más insoportable de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse. [...] Yo amaba a mi papá con un amor animal."



El azar ha querido que estos días que el comercio y el santoral dedican a la figura del padre, una celebración que jamás fue ni será ya mía, que me parece de una religión ajena, de una cultura lejana, estos días, digo, esté leyendo una obra que no es sino un homenaje profundo al padre que dio y sigue dando sentido y significado a la vida del autor. Las palabras de Héctor me hacen sentirme huérfano más que nunca, y me encaran a la estampa vacía de una ausencia que no por acostumbrada termino de asimilar. Porque nunca conocí otra cosa que la ausencia y porque no hay ausencia más amarga que la del que todavía está.

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Héctor Abad Faciolince: El olvido que seremos. Planeta: Bogotá, 2007.
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3 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

no celebro. porque soy de los huérfanos que aún tiene un padre que nunca estuvo.

un abrazo.

Toshiaki dijo...

"El olvido que seremos"..., qué gran título. Y qué gran frase final la tuya.

cachivache dijo...

Ni me enteré del día del padre. Siento envidia de los abrazos de otros padres a sus hijos.
A lo mejor somos lo que somos por esa ausencia o mala presencia.
Me has hecho llorar.

Tu amiga, la montevideana de siempre.