Sentirse con los pies en la tierra no deja de ser una ficción. Uno de tantos espejismos que facilitan la supervivencia.
Alguna gente -como la gaviota de Nazaré- se siente segura, aunque cualquiera percibe con facilidad la fragilidad de su aparente equilibrio.
Pero también pasa al revés. Hay otros a los que todo el mundo atribuye seguridad y fortaleza y, sin embargo, se sienten al borde del acantilado presa del vértigo que producen kilómetros de vacío bajo los pies.
Me sumo, cada vez con mayor dedicación, a los segundos.
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Nazaré, 4/2009
Llorad, llorad, valientes. Un texto de Irene Vallejo.
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*El duelo hay que edificarlo sin prisa, con ritmos arquitectónicos*. Más y
más, mes a mes. No es una enfermedad de la que curarse lo antes posible,
sino ...
Hace 4 semanas
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