Día de nieves,
sopicas de ajo.
Hará algo así como quince años, un día de invierno también la nieve desbarató los planes de todos, las que estudiaban y los que trabajábamos. Y llegábamos a casa con los pies mojados y excitados por la novedad de la nieve. Y alguna retornó antes de lo previsto de su expedición, piolet en mano (y si no era un piolet, era algo parecido). Y el caos se fue ordenando primero en la cocina y luego en la mesa alrededor de unas sopas de ajo espontáneas. Hasta la del piolet, que les tenía declarada la guerra desde chica, se animó a meter la cuchara. Desde entonces la nieve me trae a la memoria aquellas sopas de ajo.
Hoy ha comenzado a nevar al final de la mañana.
Llorad, llorad, valientes. Un texto de Irene Vallejo.
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*El duelo hay que edificarlo sin prisa, con ritmos arquitectónicos*. Más y
más, mes a mes. No es una enfermedad de la que curarse lo antes posible,
sino ...
Hace 3 semanas