
La viñeta de Manel Fontdevila de estos días me recuerda un pensamiento que se me pasó por la cabeza en aquella ahora ya lejana jornada electoral de junio. Y es que no resulta nada cómodo pasar catorce horas en un colegio electoral que es un colegio católico reciclado, especialmente si la sala está presidida por una escultura de la virgen madre del dios católico a escala más grande que yo mismo, que no dejó de vigilar desde lo alto -siempre por encima de nuestras cabezas- el transcurso de las votaciones. A algún otro votante le pasó lo mismo, e incluso lo manifestó por escrito. Y me alegro. Con todos los respetos por todas las religiones -ese mismo respeto que me gustaría recibir.
Seguro que su denuncia cayó en saco roto. Pero por ahí se empieza. Otros, como el MHUEL, ya llevan andando un trecho del camino.
Luz de Barrio
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Previo a la noche de las velitas, que se celebra el 7 de diciembre (víspera
de la fiesta religiosa de La Inmaculada), y que da inicio a la temporada
navi...
Hace 1 semana
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